Natalie Vanderstay narró que fue pisoteada, recibió un balazo y que a esa altura primó su instinto de supervivencia; pasó por encima de otras personas con tal de salvarse y dijo que eso es algo que jamás podrá olvidar
Natalie Vanderstay se coloca una almohada sobre el estómago, en el sitio por donde le penetró una bala.
Una manta cubre la pierna que resultó destrozada; los médicos creen que fue por fuego de metralla.
Esta enfermera de Los Ángeles de 43 años no puede creer que está viva, en las últimas 48 horas, su vida cambió para siempre.
Vanderstay vio cadáveres y gente que se moría mientras trataba de escapar de la masacre que tuvo lugar en la céntrica avenida de Las Vegas conocida como Las Vegas Strip.
La gente gritaba desesperada”, relata.
Sentí algo en el estómago y supe que había recibido un balazo”.
Recuerda que fue pisoteada, recibió un balazo y que a esa altura primó su instinto de supervivencia. Pasó por encima de otras personas con tal de salvarse y dice que eso es algo que jamás podrá olvidar.
Me dije, ‘no puedes quedarte aquí, vas a desangrarte’. Me dolía mucho”, comenta entre lágrimas en su cama del Centro Médico Universitario.
Sabía que no quería morir. No estaba lista para morir”.
Ella sabe que sus heridas tardarán muchas semanas, si no más, en cicatrizar. Ya se sometió a una operación para que le extrajeran partes del colon y los intestinos delgados.
Sentí como que una pelota de béisbol me atravesaba el estómago”, afirma.
Añade que se dio cuenta de que su pierna había sido “rebanada” y que se sacó su camisa de franela y se la ató apretada a la pierna.
A medida que relataba lo sucedido, Vanderstay se altera cada vez más y la voz se le quiebra al pensar en la gente por la que no pudo hacer nada.
Había gente muerta. Vi un tipo al que le había volado un ojo y no pude ayudarlo”.
La gente improvisó camillas con postes de vallas y lonas, y usó cinturones como torniquetes.
Para sobrevivir, Vanderstay saltó como pudo sobre una valla y escapó del sector del concierto.
Luego se agazapó junto a varias personas y todos esperaron que dejaran de llover las balas.
Cuando cesaron los disparos, ella vio un taxi y se subió a él; ya había otras tres personas adentro.
Le dijo al chofer que estaba herida y que necesitaba ir a un hospital. El chofer se dio cuenta de que no convenía llevarla al hospital más cercano sino al Centro Médico Universitario, que es el único del estado con una unidad de traumatología de Nivel 1.
De no haber sido por el chofer del taxi, no estaría aquí”, expresa entre sollozos.
Y no sé quién es. Hizo de todo para traerme aquí”.
Vanderstay expresó que se despertó con un sentimiento de enorme gratitud hacia todos los buenos samaritanos que ayudaron a mantenerla con vida y a todos los médicos y enfermeras que le salvaron la vida.
Recuerdo que me desperté y mis amigos me dijeron ’ya pasó lo peor, todo está bien´”.
Más de 500 personas sufrieron heridas de distinta magnitud en el ataque del domingo en que murieron 58 personas y el atacante.
Algunas heridas son sencillas, como fracturas de huesos, y otras más complicadas, que requerirán múltiples operaciones y tal vez trasplantes.
Vanderstay es una de al menos 130 personas que permanecen hospitalizadas, 48 de ellas en estado grave.
La rehabilitación de los heridos más graves puede tomar mucho más de lo que ellos se imaginan.
Años”, afirma el doctor Thomas Scalea, de la Universidad de Maryland, Baltimore.
No estamos hablando de días ni semanas”.
Y a eso hay que agregarle las lesiones sicológicas. Todas las lesiones van acompañadas de traumas sicológicos asociados con la matanza más grande en la historia moderna de Estados Unidos.