El jefe de la policía dice que los asaltantes no dispararon contra los clientes y acusa al grupo radical de buscar «propaganda»
El Estado Islámico asumió este jueves (ya viernes en Filipinas) un audaz ataque contra un complejo de lujo de la capital filipina, Manila, que se produce cuando todavía continúan los combates en la ciudad sureña de Marawi, en la isla de Mindanao, que fue capturada parcialmente por militantes aliados de este movimiento el pasado día 23.
Según la página especializada SITE, el propio IS reconoció que se trata de «lobos solitarios» que le han jurado lealtad. Sin embargo, el jefe de la policía filipina Ronald dela Rosa cuestionó la posible autoría de los radicales explicando que los asaltantes no intentaron herir a los clientes y sólo dispararon para asustarles. El oficial opinó que podría tratarse de un intento de robo. «Ahora mismo no podemos hablar de terrorismo», añadió.
El confuso incidente se registró en el Resorts World Manila, unas instalaciones situadas en las inmediaciones del aeropuerto capitalino.
Vídeos difundidos por las redes sociales filipinas dejaban escuchar los disparos de los pistoleros y como una enorme columna de humo se elevaba del lugar. También permitían apreciar escenas de caos en las que decenas de personas intentaban huir del lugar, algunas saltando desde un segundo piso.
«Un empleado me dijo que uno de ellos sacó una botella y comenzó a esparcir un líquido, que cree que era gasolina», afirmó Jay Dones, un filipino presente en el lugar consultado por la cadena CNN.
«La mayoría de los empleados han huido del complejo desde diferentes salidas. Los bomberos no pueden entrar, están mirando al fuego, porque la orden de la policía es que no se puede acceder al lugar, creen que los pistoleros todavía están dentro», añadió Dones.
Fuentes de la Cruz Roja local informaron a un diario filipino que ya había atendido al menos a 25 heridos.
Si se confirma la autoría del IS en este grave suceso, todavía inconcluso, tan sólo sería una señal más que reafirma la espectacular expansión de este movimiento en la nación asiática, algo que constituye el principal desafío que ha enfrentado hasta ahora el presidente Rodrigo Duterte desde que asumió su mandato en 2016.